Yegua…
En castellano: hembra del animal equino su género barón: Caballo.
En argentino: (fonéticamente con “ch”) mujer que piensa y decide por sí misma, es independiente, tiene un cargo de poder o una posición política, científica, administrativa, un liderazgo por el cual, de ella, dependen unos cuantos ¡boludos!
Hombres… todos iguales… instintivamente animales… perros de dos patas… algunos casi sin pies por las tantas patas atravesadas… no! Iguales en la diferencia, en palabras de la Aleida de Vlado, “Hay que desconfiar de los tipos, sin distinción de raza, credo, partido político, ni posición social.” Pero… en la revolución femenina… la intención era “ser como ellos”… o como decía Eduardo Galeano, no queremos ser como ellos. Sin importar la mala experiencia, un poco de sinceridad antes del juicio.
Podríamos irnos hasta la creación de Lilith… para comprender un poco el asunto. Los papeles sociales que concedió, la comunidad en un inicio la sociedad después, a los hombres y las mujeres siempre fueron tareas diferentes pero complementarias. ¿Sentimos igual?, ¿Pensamos igual? ¿Queremos lo mismo?
No vallamos tan lejos. A diez años del Siglo XXI, seguimos siendo iguales en nuestra diferencia. Qué es lo que más nos gusta hacer sí o sí. Eso. Si lo mismo. En mayor o menor intensidad. Poniéndole síntomas de civilización o indecencia, con la doble moral que nos caracteriza.
Viviendo en el mismo territorio, lo clasificábamos por diferentes condiciones o regiones, analizándolo por la extensión del continente, podríamos decir que no cambia ni cruzando el océano, el tema del amor, la vida, el sexo y la muerte, han sido los mismos temas de todos los poetas, aunque algunos les dediquen poemas a describir una cebolla, todos ellas y ellos, han dedicado las metáforas inacabables a componer elegías y desquites.
Pero… hay mayor diferencia entre un_ colombian@, un_ argentin@, un_ mexican@, un_ italian@, un venezolan@, ecuatoreñ@, brasiler@, español@, indian@, haitian@... Para no ser tan específicos entre paisas y rol@s, porteñ@s y rosarin@s, cariocas…
No. El tema es el mismo, la diferencia está en el grado de intensidad y pasión que le brindes. Una buena comunicación nos ahorraría unos cuantos disgustos y malos, o mejores ratos, en la vida.
Fin. Queremos vibrar. Queremos sentir con la mayor intensidad y el menor dolor. Queremos vivir. Hay múltiples sentimientos y sentimentalismos en el proceso de esa vida, disfrutarla o sufrirla en lo que depende de decisiones propias es parte del camino que deseas elegir, las condiciones externas que no dependen del “un@” es otro asunto que se mezcla pero no se confunde.
Así que a ser feliz en esta selva de cemento con todas las ganas de querer cambiar el mundo, pero viviéndolo. Cada instante, cada instinto. Irrepetibles. Constantes. En circunferencia, cuadrados o en espiral. El caleidoscopio de la vida, con todos sus colores y en todos los tonos.
En otro momento, le pondremos el color político y de política, en el único país con presidenta mujer a este mes antes de que en Brasil gane el PT.